
Parte de ese buen vivir al que aspiro conlleva poner límites racionales. Es sano para mí y para los demás. El ser humano ha tenido que establecer reglas para vivir en armonía y seguir evolucionando. La anarquía es destructiva. Necesitamos establecer normas para vivir en paz. Si permito ser abusado estaré hundiéndome otra vez en la desgracia y arrastraré a aquellos a quienes les permito practicar y desarrollar sus desafueros. Ya es bien sabido que muchos y muy graves problemas en este mundo se deben a la negligencia, a la falta de valor para ponerles freno valientemente por parte de los que se ven afectados por ellos. Ser condescendiente ante actos impropios equivale a ser un secuaz de quienes los cometen. Al enseñarle a los otros a respetar límites, tendrán que aprender a contenerse y estaré propiciando que ellos aprendan a auto limitarse.
¡Buscar el bienestar a través de los Principios y el marcar límites me favorece a mí y a los que me rodean!
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