Uno
de las primeras cosas que noté en el programa fue la insistencia en el tema la
libertad personal. Yo vivía con una gran ansiedad anhelando un control
imposible. La vida está llena de muchas variables y las cosas no podían salir
siempre como exigía. Se me había inculcado que la esperanza era lo último que
había que perder y que no había que rendirse, mucho menos cuando se trataba de
forzar cambios en los demás "por su bien" ¡Oh sorpresa! En el grupo
me enseñaron a soltar las riendas de mis impetuosos caballos que lo que estaban
haciendo era arrastrarme con ellos. Aprendí a no asumir las responsabilidades
que no me correspondían por más "bueno" que quisiera ser, y a dejar
mi vida y voluntad y las de los demás en manos de un Poder Superior.
Mis
intentos de controlar lo incontrolable se había convertido en un obstáculo para
mi crecimiento y el de las personas que se suponía estaba ayudando. Para
liberarme y liberar a los otros de mi terquedad, necesité una gran dosis de fe.
La fe nunca ha sido mi fuerte. Nunca pude desarrollar confianza en nadie y me
acostumbré a que todo necesitaba de mi obsesiva supervisión, aunque tampoco
confiaba en mí mismo. Con el tiempo me he ido soltando y me ha sido de gran
ayuda detenerme a pensar en el cuidado que tiene de mí un Poder Superior.
Paradójicamente las más grandes manifestaciones de mi Poder Superior se han
dado al soltar aquello que me atormentaba.
Un
día me subí a un autobús que me dejaría cerca del grupo donde me reúno. El
conductor tomó otra ruta que yo no conocía, pero no me preocupé porque estaba
seguro que debía tener un buen motivo para hacerlo y que nos llevaría a nuestro
destino. La calle por donde pasamos estaba muy maltrecha y el autobús se
sacudió bastante, pero confiaba en la pericia del conductor. En esa zona había
gente que se veía bastante hostil, pero sabía que el conductor tendría cuidado
de nosotros y en caso de que nos quisieran agredir se encargaría de velar por
la seguridad de los pasajeros. Cuando llegué al grupo comenté que no tuve
problema para poner mi vida y voluntad en manos de un conductor, pero que tenía
que hacer un gran esfuerzo para poner ambas en poner las dos manos de mi Poder
Superior, especialmente la segunda.
Un
A.A. decía en una charla que Dios solo espera una cosa de nosotros y es soltar
el control y dejárselo a él. Suena razonable y fácil. Pero mi mente irrazonable
y complicada necesita la asistencia de ese Poder Superior y del programa para
lograr esa actitud que es la llave de mi auto liberación.
C.G.
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