Echarse
el mundo a la espalda. Esa es la actitud que adoptaron muchos hijos de
alcohólicos que se hicieron cargo o los obligaron a hacerse cargo de
responsabilidades que no les correspondían.
Es
muy común oír historias de niños que tenían que llevar el sustento de la casa,
ayudar en la crianza de los hermanos menores, asistir a sus padres cuando se
encontraban bajo el efecto de las drogas, etc. Eso produjo un problema de
fijación de límites porque se les confundió hasta donde llegaba su propia
responsabilidad y donde comenzaba la de otros.
Muchos
recibían halagos lo que levantaba su dañada autoestima y los animaba a seguir
echándose cargas ajenas. Llegaron a pensar que lo correcto era asumir las
responsabilidades de los demás y lo interpretaban como una actitud noble. Pero
eso además de distraerlos de fijar la atención en sí mismos, lo que les evito
entre otras cosas desarrollar conciencia propia, les generaba grandes
frustraciones. Sentían culpa al ver que sus esfuerzos no daban el fruto deseado
y pensaban que estaban haciendo algo mal. No podían aceptar que hay muchas
cosas que se salían de su control. Ignoraban que el hacerse responsables
de que no eran responsables no los hacía súper responsables sino irresponsables
con ellos mismos y hasta con las personas que supuestamente ayudaban.
En
Al-Anon hemos aprendido a desechar esa actitud. No dejamos de ser solidarios,
pero ya no queremos ser un Atlas sosteniendo el universo. Somos personas
serviciales que apreciamos nuestra libertad y la de los demás, por lo que
tampoco interferimos en sus vidas. Queremos lo mejor para todas las personas,
pero no nos corresponde decidir por ellas.
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