Me
he ido liberando de la pesada carga de los resentimientos. Si los mantengo no
puede haber progreso en el programa, así que tampoco puedo avanzar en mi recuperación. Soltarlos
es un precio pequeño comparado con la paz que recibo.
El
resentimiento es un acto de suicidio espiritual. Exhumar el dolor no sirve nada
más que para cargarnos de auto conmiseración e ira, y se convierte en un ancla
que no nos permite elevarnos más allá de nuestra miseria. La herramienta que
nos sirve para sacar el resentimiento es el perdón. La comprensión que me ha
dado el programa, me ha facilitado perdonar.
El
entender a esas personas que me causaron daño ya fuera intencionalmente o no,
ha ayudado mucho en mi proceso de perdón. Puede ser que por ignorancia o por
sus propios problemas emocionales hayan actuado incorrectamente, igual que como
yo, por ignorancia y mis propios problemas emocionales, no siempre he hecho lo correcto.
No minimizo lo que ocurrió, sino que acepto que se equivocaron. Los miro con
compasión ya que, si no hacen los cambios necesarios, su paso por la vida será
duro como lo fue el mío antes de yo hacerlos. Les otorgo el perdón, aunque no
siempre puede haber reconciliación. Ese es un proceso diferente que no siempre
puede ser posible llevar a cabo.
Hay
resentimientos que nacieron de mi propia soberbia, pero la misma comprensión
que he adquirido me ha ayudado a superarlos. Comprendo que mi susceptibilidad
fue la que los creó y sé que mi nueva capacidad de enfrentar y aceptar la
realidad los hará desaparecer.
Mi
vocación como ser humano es vivir en libertad, así que dejaré las cadenas de
los resentimientos. Las heridas nunca sanarán si las abro continuamente.
C.G.
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