lunes, 5 de enero de 2015

El ego


Debemos ser lo que somos porque pretender solo nos va a dañar. La felicidad es producto de cumplir con nuestro propósito y al alejarnos de ese propósito nos volvemos infelices. 

Sandy B., un orador de A.A. que murió recientemente, una vez hablaba sobre el ego como un impostor que ha usurpado el papel de nuestro verdadero yo. En una de sus charlas dijo lo siguiente:

 La única manera en que puedo hablar del ego es a través de una historia. Ustedes saben, una analogía. Bill hace eso sugiriendo que somos actores en un escenario. Si seguimos en esa línea, digamos que Dios me hizo un actor, y en el Cuarto Paso refiriéndose a los temores, Bill dice que Dios nos asigna un papel que interpretar. Esa es la voluntad de Dios. Digamos que él me asignó el estar en esta obra para ser el conserje y soy el que barre los pisos. Eso es todo. Eso es lo que se me asignó hacer, esa es la voluntad de Dios, él me dijo que si hacía eso sería lo más feliz posible. Yo sería el más pequeño y feliz barrendero que jamás hayan visto. Barrer, barrer, barrer y barrer. 

Pero yo, por otro lado, teniendo el poder de observar y de tener conciencia, podría ver alrededor y decir "¿Por qué diablos estoy limpiando? Yo debería ser la estrella y quedarme con la chica". Me pregunto qué hice y paro de limpiar. "Debo ser una desgracia o si no me hubieran dado un mejor papel ¡Esta obra de teatro es una completa porquería! Esto es estúpido. La gente ni siquiera sabe mi nombre y tampoco me habla. Una obra mejor que en la que estoy sería si fuera una obra sobre mí teniendo que interpretar el papel de un conserje. Eso sí sería un gran éxito. Mostrar el dolor que sufro. Quiero decir esto es sorprendente. Creo que haría que las entradas se agotaran en Broadway si tan solo pudieran meterse en mí y ver el drama que está ocurriendo. Tengo que limpiar este lugar asqueroso y no recibo mucha paga por ser un pequeño actor haciendo esto." 

Y cuando pasa el tiempo creeré honestamente que la obra en la que estoy es la que inventé o sea que la obra real para mí es la de una persona haciendo el papel de un conserje. Y cuando creamos esta obra de teatro, esta historia, la única persona que está en ella soy yo. Y Dios no está dentro de esa obra. Él no está en esa historia. Hay mucha soledad en esa historia y reconozco lo solo que estoy. Y olvido que es una obra de teatro dentro de otra y que todo lo que tengo que hacer es volver a barrer el piso en la obra original y seré lo más feliz posible. Así que tengo que pasar por el proceso de desarmar y borrar la obra de teatro secundaria. Es una cosa muy complicada porque la sociedad completa ha entrado en una obra secundaria y todos estamos en papeles que nos inventamos. Por eso es que tenemos una disfunción colectiva

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