Los peores momentos de mi vida los tuve durante mi niñez y adolescencia.
Sentía que estaba solo y lo único que quería era sobrevivir en medio de
tanta desgracia. Fue en esa época en que se enraizó mi neurosis y sus diversas
manifestaciones me empezaron a molestar casi constantemente. Hubo gente que me
tendió una mano y aunque sus intenciones eran buenas, su ayuda resultó
inefectiva.
Fue hasta que encontré el Programa que pude hacer progresos
importantes. Entendí que mi recuperación se conseguiría a través de un
trabajo de equipo entre Dios, Al-Anon y yo. En algún momento pensé que solo con
la ayuda de Dios y mi deseo de mejorar, sería suficiente para superar mis
problemas. Pero necesitaba del Programa, de las reuniones y de mis compañeros. Para
tener éxito ninguna parte de la ecuación puede faltar.
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