Los
miembros de Al-Anon son desconsiderados. Hay quienes piensan eso. Para darles
un ejemplo, una persona manifestó su disgusto por el cambio de actitud que su
esposa experimentó al ingresar a Al-Anon. No le gustó que se liberara de una
serie de cargas innecesarias que se había echado a la espalda para complacer a
los demás incluyéndolo a él. También había empezado a dejar a los miembros de
su familia tomar sus propias decisiones y asumir sus responsabilidades. Esto le
pareció una actitud irresponsable.
Los que
conocemos y entendemos el programa sabemos que no somos desconsiderados, sino
todo lo contrario. Nos liberamos y les concedemos a los demás el derecho
natural de ser ellos mismos. Como nos enseña la Cuarta Tradición, todos tenemos
el derecho a la autonomía sin dañar la armonía. Dentro de parámetros razonables
podemos ejercer nuestra libertad. Debo dejar a los demás vivir y concentrarme
en mi mejoramiento continuo. Solo así puedo ser feliz y ayudar efectivamente a
los demás.
El libro
Senderos de recuperación nos recuerda que en una emergencia aérea nosotros
tenemos que ponernos primero la máscara de oxígeno y luego ayudar a los que nos
necesitan. De primera entrada suena injusto, pero es algo sensato. Si no estoy
bien, ¿cómo voy a ayudar a los otros? Como ven, tenemos una enorme
responsabilidad con nosotros mismos que a la vez es una enorme responsabilidad
con los demás. Necesito hacer de mí la mejor persona posible. Recuperarme es un
acto de amor hacia mí mismo y hacia los demás.
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