LOS DEFECTOS RESURGEN
¡Se imaginan qué maravilla
sería no tener que lidiar con la carga de nuestros defectos de carácter! ¡Se
acabarían nuestros problemas! El amor nunca más tendría que verse ensombrecido
por el egoísmo. No habría dificultad para anteponer siempre los principios. Al
practicarlos constantemente nuestra felicidad sería continua. Todas las metas
propuestas por el Programa serían alcanzadas sin dificultad.
Como no es posible remover
totalmente nuestros defectos, tendremos que conformarnos con mantenerlos a
raya. La remisión de nuestros defectos no es total. Sus raíces siguen ahí por
lo que la posibilidad de resurjan está latente. Es la consecuencia de nuestra
imperfección. Si los volvemos a abonar, no tardarán en crecer. En nuestro interior
se desarrolla una persistente lucha entre el espíritu y el ego de la cual
saldrá vencedor al que fortalezcamos más. En Al-Anon aprendemos a revitalizar
el espíritu a través de lo que podríamos llamar ejercicios espirituales.
Adoptamos una sana disciplina dirigida a superar un egoísmo obstinado. Domar a
esa bestia es un trabajo incesante.
Nuestra imperfección obliga a que la práctica de los Pasos sea
recurrente. Es cierto que progresamos, pero somos volubles. Parte de la
humildad es reconocer esa debilidad innata en todos los humanos. Si fuéramos
seres perfectos entonces el programa no sería necesario. Lo necesitamos porque
no lo somos y en el momento en que lo dejemos, nuestra vida iría en ruta
directa al abismo. Evitar que los defectos de carácter retomen el control de
nuestra vida depende de una labor en conjunto entre Dios y yo. Mi disposición
es clave para andar más por el camino espiritual que por el del ego.
C.G.
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