lunes, 5 de enero de 2015

¡¿Y ahora qué hago?!



Si nos encontramos frente a una encrucijada por lo general no la afrontamos con serenidad. La indecisión nos produce gran angustia y el sano juicio se anula. La respuesta automática (reacción) que salga en ese momento puede que no sea la mejor y nos lance por el camino equivocado. Decía el doctor Viktor Frankl que entre el estímulo (lo que nos pasa) y la respuesta (la forma en que respondemos a ese estímulo) hay un espacio en el que podemos ejercer nuestra libertad de elegir. En ese espacio es donde debemos volvernos hacia nuestro Poder Superior y pensar aplicando el programa. Eso nos ayudará a tomar una mejor decisión y quizá hasta descubramos que ese dilema solo existe en nuestra mente. Puede que se trate de un fantasma producto de nuestros defectos de carácter y de inmediato se evapore. 


Tenemos que darnos ese "tiempo fuera" para practicar principios espirituales que nos permitan estabilizar esa emoción, aclarar nuestros pensamientos y por consiguiente aclarar nuestros sentimientos. ¡Poner los principios por encima de todo! ¡Eso es el más alto nivel de anonimato! Sé que no es fácil y lo digo por experiencia propia. Está dinámica se va desarrollando a medida que se practica y no es algo que solo debemos hacer cuando estamos frente a una encrucijada. En cualquier momento que nos exalte una emoción, aunque sea tan agradable como la euforia, es sano practicarlo para evitar tomar malas decisiones.

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