Antes de empezar a escribir esto,
escuché un dicho nuevo para mí y que usan los presos en mi país: "la
cárcel lleva a la cárcel". Explicaban que quiere decir que, si se sale de
la cárcel, hay que mantenerse lo más lejos posible de ella porque si no se
volverá a caer preso. Me hizo pensar lo peligroso que es visitar el dolor del
pasado sin la actitud correcta. Si seguimos retrocediendo al pasado para
llenarnos de sufrimiento, quedaremos atrapados en él. Nuestro avance se
detendrá y no solo eso, retrocederemos en nuestro proceso de sanación.
Dejar atrás el dolor puede resultar un
proceso largo y complicado dependiendo de cada persona. Es cierto que las
heridas que pudo dejar alguien con sus buenas o malas intenciones, pueden ser
profundas. Hay gente más susceptible al dolor que otros, y no les resulta tan
fácil dejar de volver a sentir ese viejo sufrimiento. Les quiere invadir el
resentimiento por el daño recibido, real o imaginario, o la culpabilidad por el
daño que causaron, también real o imaginario. El programa nos anima a ser
valientes para enfrentarlo nuevamente, pero con la intención de sanar. Es
regresar a la cárcel de visita, pero con la actitud correcta para no quedar
encerrado en ella.
Si miro el dolor que quedó atrás, será para
quitarle su influjo en mí por medio de los principios espirituales que he
aprendido en el programa. Así me liberaré de una vez por todas de él. No es un
acto de masoquismo sino de amor, porque superar el pasado es la clave para
vivir bien el presente. No voy a ser como un profanador de tumbas, que mira los
cadáveres que ha exhumado para lanzar gritos de espanto. Más bien seré un
estudioso de mi historia para comprender mejor lo que soy y aprovechar ese
conocimiento para seguir creciendo.
C.G.
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