Al-Anon me habla constantemente sobre la importancia de amar
para sanarme. Amar no es sentir un embelesamiento, sino es decidir tratar a los
demás con la consideración debida. Amo cuando contribuyo al bienestar de todos
y no tiene que ver con lo que sienta.
El amor no se mide en función de mis
sentimientos sino de mis acciones. Amamos cuando somos amables, cuando tendemos
una mano al que nos necesita, cuando respetamos las decisiones de los demás,
cuando guío, cuando realizamos nuestras obligaciones cotidianas. No es
necesario realizar grandes acciones para que pueda decirse que son hechas con
amor.
Cuando desconocía su verdadero significado ignoraba que lo practicaba
hasta realizando las labores más sencillas, porque también contribuían a
fomentar la armonía en el mundo. La práctica del amor nos sana y sana a
aquellos que tienen contacto con nosotros. Como hombre criado en una sociedad
machista pensaba que el amor era una muestra de debilidad que no podía
permitirme porque me haría vulnerable. El tema del amor era exclusivamente para
mujeres.
Con mi nueva comprensión del amor y mi cada vez más débil necesidad de
buscar la aprobación de los otros, abandoné esas falsas creencias. La realidad
es que necesito dar y darme amor, sino viviría vacío.
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